martes, 11 de mayo de 2010


El pasado 29 de marzo el hospital de Vall d’Hebron de la Ciudad Condal anunció que había llevado a cabo el tercer trasplante de cara en España. Tras varias semanas de prudente silencio, ayer se dieron a conocer los detalles de la que es la primera intervención en el mundo de estas características. Y es que, al joven paciente se le ha reconstruido la totalidad del rostro con el de un donante. La operación, «enormemente complicada de organizar logísticamente», según el director de trasplantes de Vall d’Hebron, el doctor Pere Salamero, y de «riesgo vital» para el paciente, duró prácticamente un día entero y requirió de la participación de hasta 30 profesionales de diferentes áreas del hospital. El paciente llevaba más de cinco años sufriendo una deformidad total de la cara, causada por un accidente, y se había sometido a nueve intervenciones. No tenía nariz, por lo que no podía respirar. Tampoco tenía paladar, por lo que no podía comer, ni tampoco hablar. Una nueva vidaLa primera fase de la intervención consistió en extraerle todo el rostro al donante. Paso a paso, el equipo médico recuperó la piel, los tejidos blandos, los músculos faciales, los nervios y finalmente la estructura ósea. Para no mermar «su dignidad humana», se le reconstruyó la cara extirpada en forma de máscara para poder ser enterrado. Tras preparar en quirófano al receptor, la segunda fase de la cirugía consistió en extirparle su rostro. En ese punto, «la operación es a vida o muerte», explicó el jefe del servicio de Cirugía Plástica y Reparadora de Vall d’Hebron, Joan Pere Barret. En la tercera fase se llevó a cabo el trasplante propiamente dicho. El proceso comenzó con la revascularización del injerto para hacer circular la sangre. Tras comprobar que no había un rechazo inicial, se ajustaron los huesos maxilares, la mandíbula y la nariz, y se unieron los músculos y los nervios para permitir la gesticulación y sensibilidad de la cara. Y, para acabar, «la parte más relajada pero también importante porque será lo que el paciente verá», se suturó la piel. Una semana después de la operación, el joven, acompañado desde el principio de todo el tratamiento médico por un equipo de psicólogos, quiso ver su nueva cara. «Está satisfecho y muy agradecido», aseguró Barret, y apuntó que «no se parece en nada al donante», algo que preocupaba al receptor. «Ya camina y puede sentarse y, en las próximas semanas, ya podrá comer, respirar y hablar por sí mismo», explicó Barret sobre el paciente, cuya evolución hasta el momento ha sido favorable.

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